¿Haces imagen corporativa?
Esto mismo me han preguntado varias veces, incluso cuando trabajaba en artes gráficas.
Si en el momento hubiera respondido –la imagen te la haces tú– seguro que el cliente me habría puesto cara de mosqueo, y despídete de empezar con buen pie.
Así que mejor me explico:
En realidad, la imagen corporativa (o imagen de marca) es la impresión que tiene la gente sobre la empresa. Es la imagen que se percibe desde fuera.
Y eso te lo tienes que currar con el tiempo.
Lo que de verdad me querían preguntar es si hago identidad corporativa: diseño de logotipos o cualquiera de sus aplicaciones en papelería, rotulación, merchandising…
Pues sí, hago todo eso.
Tanto la imagen como la identidad corporativa están englobadas dentro del branding.
¿Para qué sirve el branding?
El branding, que también podemos llamar «construcción de marca» debería ser la primera piedra sobre la que montemos nuestra estrategia en el mercado.
- Una marca bien trabajada es imprescindible para perdurar en el tiempo.
- Cuando la imagen de marca está consolidada es más fácil vender, porque crea confianza en su público objetivo.
- También es el vehículo para transmitir el valor que aportas al mercado.
- La reputación de la marca supone la diferencia a la hora de elegir entre productos o servicios de calidad y precios similares.
- A nivel interno, el branding aumenta la motivación de las personas integrantes del negocio.
- Una buena percepción de marca por parte de tus clientes hace que te recomienden.
Trabajar y cuidar el branding, te permite crear una asociación de ideas en la mente de tus clientes que les hará suponer que posees los mismos logros y capacidades que otras empresas más arraigadas en el mercado, que han necesitado años para conseguir que su público lo perciba.
La identidad corporativa bien diseñada, te ahorra dinero en marketing
Imagina que cada vez que tienes que comunicar algo (hacer un catálogo, una oferta, promocionar un nuevo producto…) empiezas desde cero.
Sin poder contar con unos valores, ni con un tono concreto en tu lenguaje expresivo, sin ningún estilo visual que diga al público que eres tú quien habla.
Nada que lo asocie contigo.
Entonces tendrías costes mucho mayores en cada creación, y además no serían coherentes con tu marca.
Los clientes no relacionarían entre sí la publicidad, la web, la tienda física, el packaging… perdiendo la asociación con la marca.
Sería como hacer un «reset» con cada campaña de marketing, cuando lo ideal es conseguir un efecto acumulativo, campaña tras campaña.
Si mantienes la identidad visual en todas las acciones, todo el tiempo, consigues el efecto de calar en la memoria.
Identidad de Marca ¿Estás donde quieres estar?
Pongamos que vendes chocolate. Del que se come.
No es lo mismo vender una pastilla de chocolate negro «Auchan», a 0,73 € los 150 g, que una «Knipschildt’s La Madeline au Truffe» a 250 $ la unidad.
Los públicos objetivos son muy diferentes.
También los valores de cada una de estas empresas son distintos.
Por eso, tener clara nuestra esencia, nuestros principios, nuestra identidad en definitiva, es el primer paso en lo referido a posicionamiento.
Esto no se delega. Nadie sabe esto mejor que tú.
No se trata de escribir frases edulcoradas y vacías como «Calidad en el servicio a los clientes, brindándoles un trato excelente y ofreciéndoles productos y servicios adecuados a cada uno de ellos»
Profundiza más.
No digas lo que te gustaría ser como empresa, sino lo que eres.
Cuando tu «porqué» esté claro, trata de alinear todo lo demás: define a tus clientes objetivos, tu manera de hacer las cosas, la política de precios, tu tono en las comunicaciones, las estrategias cara al futuro…
Cuanto más específico seas, menos competirás con otros negocios del sector.